TRADUCIDO POR OSCAR LEÓN
Antes de que Hugo Salcedo fuera un futbolista olímpico estadounidense y un ejecutivo de fútbol que se convirtió en director de desarrollo de la Confederación de Norteamérica, Centroamericana y del Caribe de Fútbol (CONCACAF), era un chico de secundaria con inglés medio que se enfrentaba a un futuro incierto.
Hace cincuenta años, Salcedo fue forzado a asistir a clases de la escuela secundaria que no le interesaban, como mecánica. Su consejero de la escuela creía que de cualquier manera no iría a la universidad pero por lo menos tomaría clases que lo ayudarían a conseguir un trabajo.
"Eso es lo que aún está pasando en algunas de estas escuelas hoy", cuenta Salcedo. "Creo que el impacto que el fútbol podría tener en las comunidades hispanas aquí es mucho mayor de lo que las personas se imaginan. El fútbol podría ser algo más que un juego. Mira el impacto social y económico de exponerse a la universidad y la movilidad social”.
Hoy en día, Salcedo es director el de la organización sin fines de lucro MaxInMotion, donde organiza entrenamientos gratuitos, clínicas de jugadores y torneos para 16 ligas independientes en el sur de California. La mayoría de los 25,000 jóvenes en estas ligas son hispanos.
Salcedo ve dos versiones dramáticamente diferentes del fútbol en California. Está el niño suburbano, que conoce la universidad de Southern California y UCLA desde una edad joven. Estos hogares suburbanos ya están leyendo materiales de la universidad y trazando un camino sobre cómo llegar hasta allí. Por otro lado, en los hogares hispanos la literatura universitaria es rara vez encontrada porque la universidad es vista como un destino inimaginable. Salcedo cuenta que su hijo, el entrenador de fútbol masculino de la UCLA, Jorge Salcedo, trata de reclutar jugadores latinos en el norte de California y a menudo encuentra a muchos niños que no son elegibles académicamente.
MaxInMotion paga para que los niños que no pueden pagar los derechos de inscripción jueguen al fútbol. Pero Salcedo no quería que su trabajo sólo diera becas para jóvenes. Así que se comunica con los niños y los padres, conduce cursos de preparación de entrenadores, lleva a la juventud a visitar universidades y trata de entender quiénes son las familias en un nivel personal.
"Ya no es tanto la barrera del idioma debido a los teléfonos", menciona Salcedo. "Hablamos en inglés a los niños y en español a los padres".
Salcedo mencionó que está hablando con la Universidad de California-Irvine para asociarse en un programa de diabetes que enseñaría hábitos saludables a las comunidades de fútbol de MaxInMotion. Él visualiza la creación de ferias de fútbol para promover esta información.
El aislamiento es el mayor problema para las comunidades hispanas y el fútbol juvenil no es diferente, cuenta Salcedo. Los latinos forman sus propias ligas y se asustan cuando sus mejores equipos y jugadores son sacados por las ligas suburbanas de pago por juego.
“(La mentalidad es) casi como una pandilla: 'Este es mi territorio, nadie se meta con ellos”, cuenta Salcedo.
El consejo más grande de Salcedo: Conseguir que las 16 ligas, en gran parte hispanas, con las que trabaja se unifiquen primero. Enseñarles a ofrecer una buena formación, entrenamiento, exposición y otros beneficios que los suburbios tienen para que los jugadores y los equipos no quieran irse.
"La gente se mueve de un lugar a otro a veces para mejorar, pero si se siente cómoda, no hay necesidad de irse", menciona Salcedo. "No tengas miedo, sé fuerte. Dale a tus comunidades lo mejor que puedes dar y luego puedes crecer y todo el mundo gana. Es ahí cuando los mejores se levantan".
Salcedo compartió la historia de una mamá hispana que fue a la presidencia de una liga de fútbol independiente por temor a que su hija de 14 años se uniera a una pandilla. El presidente le aconsejó a la mamá que buscara otras niñas en su área para formar un equipo de fútbol la liga se encargaría del resto. Todas estas niñas están ahora dedicadas a su equipo y a su escuela, según Salcedo.
"La gente necesita saber que no todo es pandillaje. La gente viene a Estados Unidos y quiere ser mejor", menciona Salcedo. "Quieren pertenecer. Tenemos que ayudarles a pertenecer”.